En su versión negativa (DEBILIDAD) supone ser presa de continuas pérdidas de atención que, a diferencia de lo que ocurre con las interrupciones, no están motivadas por terceras personas.
Para corregir esta debilidad, se recomienda, ante todo, identificarlas y luego, actuar según el caso. Si se trata de algo mecánico, cortar de raíz las fuentes que lo originan. Si se trata de falta de interés en el objeto de atención, valorar los motivos. Y si se trata de un trastorno de atención patológico, acudir al especialista.
En cualquier caso, la sensación de poder y el chute de adrenalina que provoca tener el control de tu agenda hacen siempre recomendable mantenerse alejado del caos. Y en este sentido, no hay nada mejor que aplicar como es debido un método de productividad que sea efectivo. Un método que combata el pensamiento disperso. Unas pautas que nos permitan saber en cada momento qué es lo que tenemos que hacer y por qué. Esto nos ayudará a espantar las distracciones y a poner el foco donde corresponde y con la intensidad adecuada.