GTD® parece haberse quedado prendado por “el poder del bolígrafo y el papel”. Es tan anacrónico como tener la costumbre de ir al banco a sacar dinero para luego ir con un buen fajo de billetes y monedas en el bolsillo, pagando las compras en los comercios o las comidas en los restaurantes. Algo que hoy en día cuesta entender. Sus libros están repletos de huellas donde deja constancia escrita de su mentalidad nostálgica-analógica. Ni siquiera es necesario resaltar ningún fragmento concreto de su obra.
Cualquiera que se haya molestado en leer a Allen sabrá que muestra una incuestionable resistencia al cambio del mundo físico por el digital. Quizá sea por ello que, pese a que una multitud de novios tecnológicos ha estado cortejándole todos estos años, aún no ha habido boda. Al parecer, no hay todavía nadie, dentro del mundo de la programación informática y el diseño de aplicaciones móviles, lo suficientemente brillante a los ojos del creador de GTD® para lograr su beneplácito formal. Y aunque no se atreva a salir de este armario, todo el mundo sospecha que las preferencias de este método son demasiado evidentes.
Se siente a gusto rodeado de post-it, hojas de papel A4, cuadernos, anotaciones en fichas, carpetas archivadoras, clips, grapadoras, cintas adhesivas, gomas elásticas… todo físico (muy ochentero) . Cuando algunos íbamos a la EGB, todo esto ya existía ¿Nos podemos permitir el lujo de desdeñar todos los avances habidos desde entonces? La sociedad, desde luego, ya no es la misma. Entonces ¿Sirven los medios de aquella época para gestionarnos en esta?