Cualquier opinión es lícita y se ha de respetar. Cada cual está en su derecho a pensar de determinada manera y los demás, no es que estén obligados a estar de acuerdo, pero sí a considerarlo como una opción tan legítima como cualquier otra. Faltaría más. GTD® postula, entre otras cosas, que la decisión de hacer o de no hacer, esto o lo otro, ahora o luego, ha de ser intuitiva. Es decir, ha de basarse en la intuición, en el corazón, en el intestino, en el estómago o en las vísceras.
Y no se esconde, no lo dice con la boca pequeña sino que lo piensa así y quiere que todo el mundo sepa que GTD® se caracteriza por esto. Quiere que sea, por decirlo de algún modo, una de sus señas de identidad.
Perfecto. Podremos estar más de acuerdo o menos de acuerdo, pero es su opinión respecto al criterio que debemos seguir a la hora de tomar decisiones sobre qué hacer y hasta aquí no tenemos absolutamente nada que objetar.