La exigencia de hurgar hasta esos extremos la juzgo como un tanto excesiva (y hasta obsesiva, diría yo). O sea, que estoy de acuerdo con el enfoque pero en desacuerdo con la intensidad. Me agrada la música de esta canción, pero la letra me parece que no le pega.
Salvando las distancias es como si, al iniciar una relación sentimental, tuviéramos que saberlo TODO de la persona con la que nos juntamos porque, de no hacerlo, vamos a estar el resto de nuestra vida mirándola de reojo y dándole vueltas a la cabeza sin poder dormir por las noches: ¿cuál fue su expediente académico?, ¿cómo fue criada por sus padres?, ¿qué personas han formado parte de su círculo de confianza?, ¿cuáles fueron sus relaciones anteriores?, etc.
Está bien tomar unas cuantas referencias y algunas precauciones, pero dentro de un orden. Al final, el camino se demuestra andando. La vida ya es lo bastante complicada como para ir agitando listas de detonantes incompletos.
Para poner en marcha un sistema de organización personal, creo innecesario rebuscar hasta el detalle más nimio en lo más recóndito de nuestra mente. Pienso que es más normal arrancar con lo que haya y, sobre la marcha, conforme vayan apareciendo nuevos input, ir puliendo los asuntos y que el sistema vaya perfeccionándose, como fruta madura, con el simple paso del tiempo.
Hola Antonio,
¡Muy interesante 😉 !
He de decir que en su día yo sí compré esa idea y la llevé hasta ciertos extremos de apuntar en fuentes externas “casi todo” o “todo lo importante” y aún así por ocasiones acabará saturándote. Es pura naturaleza: cuando algo se vuelve barato o cómodo lo aumentas y luego tienes que gestionar los efectos multiplicados por 100 por 1000 o el número de veces que haya crecido.
La imagen de David Allen de “la mente como el agua” (esa idea de que las tareas deberían llegar a tu sistema y tú deberías absorberlas y volver a tu posición original sin inmutarte) es una falacia (se puede en niveles moderados pero muy rápidamente te das cuenta de que parte de un supuesto falso: como si pudiesemos casi “ni inmutarnos” con cosas que nos llegan para procesar”).
La falacia está en que si la piedra (o tarea) por pequeña que sea, si tiene volumen y “te cambia algo”, va como mínimo a ocupar un espacio. Y por muuuuuy bueno o profundo que sea tu sistema de organización, este siempre tendrá un limite.
Así que llegará siempre un momento que sean demasiadas cosas que procesar (y satures) o demasiadas piedras absorbidas (y se forme una pila que sobresalga del agua).
En fin: que muy de acuerdo con la idea.
La productividad es necesarísima y GTD tiene muchas ideas buenas. Pero como bien señalas, en puntos centrales patina y persigue lo imposible (creando la frustración razonable a quién confíe en esos puntos).
Un saludo!
Hola Iago, gracias por compartir tu opinión. La gestión de la realidad que nos impacta diariamente es un arte o una ciencia. Para mí es todo un reto, distinguir el grano de la paja, lo que funciona de lo que dicen que funciona. Por eso, creo que hay que aplicar grandes dosis de exigencia y rigor para dar con la solución buena y no dar nada por supuesto. El pensamiento crítico es necesario y en el entorno de GTD escasea (sorprendentemente). Así que te animo a seguir en esa dirección. Yo te sigo en Twitter y me parecen interesantes tus opiniones. Un abrazo.
Hola Iago, gracias por compartir tu opinión. La gestión de la realidad que nos impacta diariamente es un arte o una ciencia. Para mí es todo un reto, distinguir el grano de la paja, lo que funciona de lo que dicen que funciona. Por eso, creo que hay que aplicar grandes dosis de exigencia y rigor para dar con la solución buena y no dar nada por supuesto. El pensamiento crítico es necesario y en el entorno de GTD escasea (sorprendentemente). Así que te animo a seguir en esa dirección. Yo te sigo en Twitter y me parecen interesantes tus opiniones. Un abrazo.