¿No completar todo lo incompleto es la causa del estrés que nos impide usar bien la energía? ¿O es el afán de control absoluto lo que nos genera dinámicas que propician el colapso?
EL VENENO ESTÁ EN LA DOSIS
TODO, TODO, TODO...
“Todas las cosas son veneno y nada es sin veneno; Sólo la dosis hace que una cosa no sea un veneno “.
Paracelso
“La virtud se encuentra en el término medio entre dos extremos malos, uno por exceso y otro por defecto”
Aristóteles
Yo soy muy de este modo de pensar, que huye de los maximalismos de cualquier naturaleza. Por ello, me siento incómodo al leer frases como esta, extraída de una de las newsletter recopiladas en el segundo libro de David Allen:
“Un principio central en nuestra metodología de productividad personal(...): escríbelo todo, piénsalo todo, decide lo que hay que hacer acerca de todo, y organízalo todo de acuerdo con un sistema externo sometido a revisión sistemática. El factor «TODO» puede ser tremendamente revelador”.
David Allen
Sé más eficaz (Spanish Edition) (p. 56). Grupo Planeta. Edición de Kindle.
GTD® construye su método sobre dos ideas-base:
La mente humana es muy buena para generar ideas, pero no para custodiarlas (digamos que es más fábrica que almacén).
Los incumplimientos no capturados generan estrés, acaparan nuestra atención y absorben toda nuestra energía interna.
La conclusión directa extraída de estas ideas-base es que cuando utilizas tu memoria como sistema de organización, tu mente acabará abrumada y se volverá incompetente, porque le estás exigiendo que realice un trabajo intenso para el que no está debidamente equipada. Por lo tanto, conviene agenciarnos un segundo cerebro que actúe como mente externa donde alojar las cosas que queramos recordar y los asuntos no resueltos y así poder tener la mente interna despejada “como el agua”.
Según GTD®, nuestra mente tiene un espacio limitado, una especie de “RAM psíquica”. Este espacio funciona a modo de pequeño almacén, donde solo pueden ejercitarse las facultades para las que está dotado (pensar, crear, relacionar, …) si se encuentra diáfano, despejado de trastos. Los dos usos inadecuados para este espacio son:
- Alojar cosas con el ánimo de ser recordadas.
- Mantener asuntos no resueltos, es decir, aquellos para los que no se ha decidido el resultado esperado y la acción siguiente.
Para David Allen, cualquiera de estos dos trastos entorpecen hasta tal punto nuestra mente que nos generan estrés. Funcionan como una especie de agujero negro que nos absorbe la energía necesaria para trabajar, bloqueando la entrada de nuevos input. Por ello, propugna la necesidad de disponer de un lugar seguro externo que actúe como almacén donde depositar este tipo de mercancía, para ser tratada cuando toque. Y mientras tanto, que no entorpezca las funciones mentales vitales que nos hacen estar concentrados en lo que hacemos para ser productivos.
De acuerdo, conforme con la orientación: compro la idea. Esta argumentación tiene su lógica y yo, sin ser experto en la materia, estoy dispuesto a aceptar que las cosas, a nivel mental, funcionan más o menos así. Si aún queda alguien que pretenda llevar todo en la cabeza, tiene un mal pronóstico: puede acabar en el diván del psicólogo.
FALTA DE MESURA
Nadie pone en cuestión que se tenga que encender el fuego para calentar la sartén si queremos cocinar unos huevos. Pero luego está el tema de la intensidad en el tiempo, de la potencia y la fuerza con que aplicamos el fuego a la sartén para que no queden poco hechos pero tampoco se quemen.
GTD® aquí peca de falta de mesura. Y cuando digo “aquí” no me refiero a un tema baladí. Estamos hablando, nada más y nada menos, de la premisa base sobre la que se sostiene todo el sistema. Si realmente piensas que por llevar algún asunto en la cabeza, todo se te va a venir abajo, es normal que saques la artillería pesada y declares la guerra al enemigo. Pero las guerras tienen un coste y, en este caso, acaba representando ralentización de la agilidad necesaria para trabajar. O sea, sobrepeso.
Seamos sinceros ¿realmente a alguien le pasan estas cosas con este grado de intensidad? A veces las personas en las discusiones, teniendo razón en el fondo, la pierden por la forma en que exponen sus argumentos, pues utilizan un tono desmesurado que les deja en evidencia ante su audiencia. No es el caso ante el que nos encontramos, por supuesto. Aquí la desmesura no está en el tono sino en la dosis. Aquella a la que nos referíamos al citar a Paracelso.
“Las cosas no reconocidas, no clarificadas y, por tanto, no gestionadas que has resuelto hacer poseen una parte de ti y no te dan descanso”.
David Allen
Sé más eficaz (Spanish Edition) (p. 66). Grupo Planeta. Edición de Kindle.
Desde luego, no es mi caso particular. Llámame desahogado o descuidado si quieres, pero muchas veces asaltan a mi mente asuntos de repente que tenía olvidados por completo y no echaba en falta para nada. Eso sí, cuando hacen su aparición, decido si los incorporo a mi circuito o los dejo donde estaban. Y sigo mi vida, tal cual, durmiendo a pierna suelta.
Tan malo es quedarse corto, y llevarlo todo en la cabeza, como pasarse y salir a la caza del asunto. Lo que realmente arrebata horas de sueño y provoca una sensación paralizante es la idea de que, para poner en marcha GTD®, tienes que revisar la lista de detonantes incompletos o tomar como lista de verificación, a la hora de capturar, los seis horizontes de enfoque.
En relación con este asunto, se manifiesta así:
“La gran diferencia entre lo que yo hago y lo que hacen los demás es que yo recopilo y organizo el cien por cien de mis «cosas» en y con las herramientas objetivas en la mano, no en la mente. Y esto es de aplicación a todo, grande o pequeño, personal o profesional, urgente o no. A todo”.
David Allen
Organízate con eficacia (Gestión del conocimiento) (Spanish Edition) (p. 55). Empresa Activa. Edición de Kindle.
CONCLUSIÓN
La exigencia de hurgar hasta esos extremos la juzgo como un tanto excesiva (y hasta obsesiva, diría yo). O sea, que estoy de acuerdo con el enfoque pero en desacuerdo con la intensidad. Me agrada la música de esta canción, pero la letra me parece que no le pega.
Salvando las distancias es como si, al iniciar una relación sentimental, tuviéramos que saberlo TODO de la persona con la que nos juntamos porque, de no hacerlo, vamos a estar el resto de nuestra vida mirándola de reojo y dándole vueltas a la cabeza sin poder dormir por las noches: ¿cuál fue su expediente académico?, ¿cómo fue criada por sus padres?, ¿qué personas han formado parte de su círculo de confianza?, ¿cuáles fueron sus relaciones anteriores?, etc.
Está bien tomar unas cuantas referencias y algunas precauciones, pero dentro de un orden. Al final, el camino se demuestra andando. La vida ya es lo bastante complicada como para ir agitando listas de detonantes incompletos.
Para poner en marcha un sistema de organización personal, creo innecesario rebuscar hasta el detalle más nimio en lo más recóndito de nuestra mente. Pienso que es más normal arrancar con lo que haya y, sobre la marcha, conforme vayan apareciendo nuevos input, ir puliendo los asuntos y que el sistema vaya perfeccionándose, como fruta madura, con el simple paso del tiempo.
Si nos situamos en esos extremos se corre el riesgo de colapsar el sistema o, en el menos malo de los casos, de acabar dedicándole más tiempo que el que realmente nos permite ahorrar. Basta con retener únicamente aquellos input que nos están pidiendo a gritos que les prestemos más atención y no excederse con comportamientos de corte paranoide.
Hola Antonio,
¡Muy interesante 😉 !
He de decir que en su día yo sí compré esa idea y la llevé hasta ciertos extremos de apuntar en fuentes externas “casi todo” o “todo lo importante” y aún así por ocasiones acabará saturándote. Es pura naturaleza: cuando algo se vuelve barato o cómodo lo aumentas y luego tienes que gestionar los efectos multiplicados por 100 por 1000 o el número de veces que haya crecido.
La imagen de David Allen de “la mente como el agua” (esa idea de que las tareas deberían llegar a tu sistema y tú deberías absorberlas y volver a tu posición original sin inmutarte) es una falacia (se puede en niveles moderados pero muy rápidamente te das cuenta de que parte de un supuesto falso: como si pudiesemos casi “ni inmutarnos” con cosas que nos llegan para procesar”).
La falacia está en que si la piedra (o tarea) por pequeña que sea, si tiene volumen y “te cambia algo”, va como mínimo a ocupar un espacio. Y por muuuuuy bueno o profundo que sea tu sistema de organización, este siempre tendrá un limite.
Así que llegará siempre un momento que sean demasiadas cosas que procesar (y satures) o demasiadas piedras absorbidas (y se forme una pila que sobresalga del agua).
En fin: que muy de acuerdo con la idea.
La productividad es necesarísima y GTD tiene muchas ideas buenas. Pero como bien señalas, en puntos centrales patina y persigue lo imposible (creando la frustración razonable a quién confíe en esos puntos).
Un saludo!
Hola Iago, gracias por compartir tu opinión. La gestión de la realidad que nos impacta diariamente es un arte o una ciencia. Para mí es todo un reto, distinguir el grano de la paja, lo que funciona de lo que dicen que funciona. Por eso, creo que hay que aplicar grandes dosis de exigencia y rigor para dar con la solución buena y no dar nada por supuesto. El pensamiento crítico es necesario y en el entorno de GTD escasea (sorprendentemente). Así que te animo a seguir en esa dirección. Yo te sigo en Twitter y me parecen interesantes tus opiniones. Un abrazo.
Hola Iago, gracias por compartir tu opinión. La gestión de la realidad que nos impacta diariamente es un arte o una ciencia. Para mí es todo un reto, distinguir el grano de la paja, lo que funciona de lo que dicen que funciona. Por eso, creo que hay que aplicar grandes dosis de exigencia y rigor para dar con la solución buena y no dar nada por supuesto. El pensamiento crítico es necesario y en el entorno de GTD escasea (sorprendentemente). Así que te animo a seguir en esa dirección. Yo te sigo en Twitter y me parecen interesantes tus opiniones. Un abrazo.