En primer lugar, un buen gestor de información puede considerarse sin lugar a dudas como nuestro “segundo cerebro”. A saber, un lugar donde poder volcar, apuntar y ordenar todo lo que no es necesario almacenar en nuestro cerebro. Por esta razón, podemos decir que bien utilizada, una herramienta como ésta tiene un poder fantástico. Parece que nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos.
Además, disponer de un 2º cerebro despeja el camino para que podamos emplear toda nuestra capacidad intelectual. Especialmente, en aquellas funciones para las cuales es insustituible: crear, imaginar, relacionar conceptos, emocionarse, tomar decisiones, etc…
La era digital nos trae buenas y malas noticias. La más mala es que la cantidad de información que nos asalta a diario no se puede digerir. Y aunque podamos prescindir de una gran parte de ella, hay otra gran parte que resulta necesario conservar. La buena es que existen herramientas a nuestro alcance para gestionar toda esa información y no morir en el intento.
No todos los inputs que nos entran a diario y a los cuales se ha de prestar atención han de convertirse en tarea y desaparecer. Continuamente se generan soportes documentales que se han de tratar. Necesitamos como el agua dotarnos de un sistema basado en el orden lógico de nuestro modus vivendi. Existen herramientas que permiten estructurar adecuadamente toda la información que en algún momento vamos a tener que usar, y tendremos que decidir cuál nos resulta más útil y fácil de usar para cumplir este cometido..