Aprovechando que estoy pasando por delante del supermercado y, como dispongo de treinta minutos entre dos citas y estoy bajo de energía, me digo a mí mismo: “¡Venga! voy a hacer ahora la compra y así tacho esta tarea de la lista de acciones siguientes que tenía que hacer”. Que me perdonen los GTDistas. Esto no es ser productivo ni aprovechar bien el tiempo. Esto no es más que pura reactividad acomodaticia. Son ganas de justificar que he conseguido hacer muchas acciones durante la jornada.
PROCRASTINACIÓN Y REACTIVIDAD
SI ME EQUIVOCO AL DECIDIR, CORRO EL RIESGO DE PROCRASTINAR
Todos sabemos que, cuando nos encontramos ante la necesidad de elegir entre dos tareas, los seres humanos tenemos una cierta tendencia natural a hacer antes lo fácil, lo que nos gusta, lo que cuesta menos esfuerzo y menos tiempo, lo urgente y lo que nos mandan. Sabemos que nos acecha el peligro de procrastinar. La procrastinación consiste en dejar de hacer cosas que debemos hacer ya que son importantes, aunque sean difíciles y pesadas, para hacer otras más sencillas pero intrascendentes.
Siguiendo las indicaciones del método de David Allen, cuando finalizamos uno de esos compromisos externos que nos viene dado en el calendario, llega la hora de decidir qué tarea sacamos de la lista de acciones siguientes ¿Qué hacemos? Según propugna GTD®, tal y como ya se ha expuesto en esta otra entrada, la decisión debe basarse en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en nuestro intestino, etc. En definitiva, en nuestra intuición (“Toda decisión de actuar es intuitiva”). Así, tal cual.
Y, como complemento, para ayudar a formular nuestras opciones con más inteligencia, nos expone tres modelos. Dice que así, siguiendo sus consejos, nos podemos evitar los errores derivados de aplicar los ineficientes modelos del siglo pasado (concretamente se refiere a ellos como “sencillas panaceas de la gestión del tiempo y prioridades”). Estos tres modelos que tendremos que utilizar si somos GTDistas son:
Modelo de los cuatro criterios, para decidir las acciones en el momento.
Modelo de las tres dimensiones, para identificar el trabajo diario.
Modelo de los seis niveles de enfoque, para revisar tu trabajo.
Según el modelo de los cuatro criterios, la prioridad se definiría en función del contexto (herramienta que estemos usando, lugar donde nos encontremos o persona con la que estemos), el tiempo disponible y la energía que nos quede.
¿No es este último factor el detonante para desarrollar el caldo de cultivo perfecto donde la procrastinación campe a sus anchas?. Seamos honestos con nosotros mismos: Cuando estemos ante un asunto importante, en el contexto adecuado y con el tiempo necesario, pero nos pille con el nivel de energía bajo ¿Qué vamos a hacer? ¿buscar una alternativa que no requiera tanta energía? ¿algo más ligero? Y si esto es así ¿estaremos haciendo “lo correcto” o “lo fácil”?
LA PROACTIVIDAD COMO SOLUCIÓN AL PROBLEMA
“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad”.
Viktor Frankl
No podemos estar más de acuerdo. Al confrontarla con los planteamientos analizados en este apartado, surgen una serie de ideas que nos ayudan a entender mejor la realidad y a juzgar las distintas opciones con criterio. La cita de Viktor Frankl es un chute de proactividad, una invitación a asumir el control de nuestras vidas, a hacer las cosas que realmente deseamos y a no dejarse llevar por lo que nos dicte nuestro estado de ánimo en el momento.
Cuando una persona se encuentra ante el dilema de elegir entre dos acciones, debe ser consciente de que tiene un poder. Las circunstancias (contexto, tiempo disponible, energía disponible) no son las que tienen que marcar su agenda. Por supuesto, deberán ser tenidas en cuenta. Pero uno tiene que saber lo que quiere, cuál es su futuro deseado y caminar hacia él: buscarlo.
Si tienes desarrollada la habilidad de encajar como nadie las piezas en los huecos disponibles, el Tetris es tu juego.
Pero si lo que pretendes es usar bien tu libertad para organizar mejor tu agenda, la destreza que debes trabajar es la de establecer unas normas claras para regular el tráfico de input que impactan en tu programación diaria de actividades. Saber detectar las opciones que te pueden aportar más valor, contribuyendo en mayor medida al logro de tus metas. Incluso aunque esto suponga la exigencia de modificar tus circunstancias.
Deberías ser capaz, si fuera necesario, de cambiar de contexto, de cancelar la siguiente cita para modificar el tiempo disponible, de parar a tomarte un café y lavarte la cara para recobrar parte de tus fuerzas. Deberías construir tu futuro deseado con proactividad y con criterio, para sentirte tú mismo y no como una hormiguita sobre una hoja de árbol que ha caído en un río y flota sobre sus aguas.