El trabajo por cuenta propia se suele asociar con el espíritu emprendedor. De hecho, la iniciativa empresarial es un medio para fomentar el crecimiento, la innovación económica y el empleo. Pero muchas veces, la decisión de trabajar para uno mismo, más que una elección, es el modo de continuar en activo.
El autoempleo, en esos casos de necesidad, se convierte en una respuesta ante la falta de empleo asalariado. No siempre es así y por ello nos encontraremos con otros muchos casos en que se ha detectado una oportunidad y se tienen expectativas de generar beneficios. En cualquier caso, cuando hablamos de autoempleo nos referimos a la figura de profesional autónomo que dispone de una habilidad por la que sus clientes le pagan. Una especie de Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como, que genera valor para sí mismo y no depende de nadie. A cambio, tiene una dimensión limitada, ya que los proyectos a llevar a cabo en solitario no pueden ser de envergadura.