Las cosas se hacen por mejorar. Pero, si en lugar de aliviar nuestra carga de trabajo lo que hacemos es comprometernos en menesteres que nos acaban por enredar aún más, debemos tomar medidas y plantearnos qué hacer. Emplearse cada día en la tarea de pensar qué hacemos con nuestro tiempo para sacarle el máximo provecho y hacerlo de una manera no improvisada sino sistemática es algo que merece toda nuestra atención.
Digamos que, haciendo las cosas de este modo, nos ganamos el certificado de eficiencia energética porque así no tenemos que gastar demasiado esfuerzo en pensar cómo obrar porque ya hay muchas cosas que están definidas a priori. Muchas de nuestras preguntas ya estarán contestadas, muchos de los problemas ya estarán resueltos. Y en frío, que es como tiene que ser. Pero aquí de lo que se trata es de no perder el norte, trabajar en lo nuestro y hacerlo lo mejor posible. Es decir, con equilibrio, mesura y proporcionalidad. No vayamos a emplear más tiempo en organizar cómo trabajar que en trabajar.