Relacionado con el fenómeno de la infoxicación, nos encontramos con la previsión de que nuestros hábitos de vida se van a ir deteriorando paulatinamente. El proceso es el siguiente: En el intento de afrontar la gestión de un caudal de información creciente que nos desborda, acudimos a las herramientas tecnológicas que nos brinda el mercado para gestionar nuestro tiempo. Pensamos que pueden ser la solución a nuestros males, nuestra tabla de salvación.
La curiosidad es insaciable y si sólo tenemos una gran necesidad que cubrir con buenas intenciones pero no contamos con buen criterio, vamos a emplear las últimas horas del día en auto-formarnos de cara a la pantalla de nuestro dispositivo. Aprovecharemos, además, para distraernos en redes sociales, servicios de mensajería y navegación por la red.
Sin saberlo, estaremos adoptando rutinas diarias que no son saludables y, además, merman nuestra productividad. El uso de dispositivos electrónicos, especialmente en las horas previas al descanso nocturno, tiene una incidencia negativa tanto en la cantidad como en la calidad del sueño.
Mientras que un sueño reparador fortalece nuestro sistema inmunológico y promueve nuestro equilibrio emocional, uno no reparador provoca estrés, cansancio y fatiga. Esto nos va a restar lucidez, nos va a dificultar el usar correctamente nuestra memoria y el reaccionar ante los estímulos con agilidad. En definitiva, rendir en el trabajo con eficacia.