Antes de planificar tareas, de establecer prioridades, de fijar objetivos, de conocer cuál es nuestra misión... por delante de todas las cosas está la tarea principal: conocernos a nosotros mismos y el territorio que nos rodea. Saber cuáles son las cosas que nos afectan y acaban determinando por qué ocurre lo que ocurre.
Nuestro modelo científico basa sus cimientos en una estructura de fácil manejo que recopila los datos esenciales sobre los factores que intervienen en el fenómeno y los dota de sentido dentro del conjunto, haciendo que encajen todas las piezas del puzle de la productividad personal.
Introducción
Tener a mano un vademécum que trate de factores determinantes de productividad y empleabilidad en el ámbito laboral tiene tanto sentido como tiene el tradicional en el ámbito sanitario
Estructura básica
Para evitar el caos y el desorden, se hace imprescindible clasificar los factores de productividad y empleabilidad individual influyentes dentro de un engranaje que resulte comprensible
ESPACIO-TIEMPO: paralelismo y ejemplo
Toma en consideración del modo en que el factor temporal y el factor espacial afectan a cada una de las variables expuestas en el vademécum
Vademécum de productividad y empleabilidad
La mayor parte de nosotros asocia el término vademécum al profesional sanitario. El médico que receta un medicamento acude a él como manual de consulta. El farmacéutico que lo dispensa, ante la más mínima duda, hace lo mismo.
En él encuentran ordenadas y definidas la inmensa variedad de patologías, sintomatologías y compuestos químicos adecuados para cada tratamiento. Además, cada cual con sus contraindicaciones y sus posibles efectos adversos. Es imposible tenerlo todo en la cabeza siempre. Además, un error de diagnóstico o de prescripción puede tener efectos trágicos.
Pero este fantástico instrumento no es exclusivo de los profesionales de la salud. Con cualquier materia científica o técnica podemos hacer lo mismo. Compendiar todos los aspectos relevantes que le son propios. Y a partir de ahí, dotarlos de una estructura adecuada y presentarlos de un modo práctico y accesible.
En este portal hemos desarrollado uno alrededor del fenómeno del rendimiento y de la empleabilidad individual. Tener ordenado todo el saber al respecto es bueno en sí mismo. Aporta higiene mental. Es como tener toda tu ropa limpia y clasificada en un buen armario. Para nuestros fines, supone la base sobre la que se asienta el modelo científico propuesto.
Estructura básica de factores
Todos los factores que influyen en nuestra productividad y empleabilidad encajan a la perfección dentro de una simple estructura. Y por supuesto, para comprender bien todo lo que se expone en este estudio, deberemos interiorizarla y seguir el razonamiento que conlleva.
BLOQUES
En primer lugar, en el nivel más alto tenemos a los BLOQUES (edificios). Estos dividen las variables que influyen en la productividad y en la empleabilidad en dos grupos: a) INTERNO, que engloba las que dependen del individuo. b) EXTERNO, que engloba todas las que no dependen de él pero le afectan
VARIABLES
Por otra parte, en el nivel intermedio están las VARIABLES (paredes). Tal y como las entendemos aquí, son grupos de elementos capaces de ser identificados por unos rasgos comunes. Además, si medimos a individuos distintos, estos rasgos propios y diferenciales adoptarán valores distintos.
ELEMENTOS
Por último, en el nivel más bajo, tenemos a los ELEMENTOS (ladrillos), que son formas de expresión práctica en base a las cuales se definen las variables. En definitiva, son los factores de productividad y de empleabilidad influyentes más simples (elementales, como su propio nombre indica).
Afectación binomio ESPACIO-TIEMPO
Un error típico, que se da entre las personas que se interesan por la productividad personal es el tomar la parte por el todo: creer que basta con disponer de un buen MÉTODO de organización para ser más productivo. Se trata de un simplismo en estado puro, tan extendido como desacertado.
También lo es asociar su análisis a la gestión en exclusiva del factor tiempo. De hecho, la práctica totalidad de manuales de productividad se basan en métodos de organización de tareas, proyectos o actividades y técnicas de gestión del tiempo.
En realidad, tal y como se expone aquí, el MÉTODO no es más que una de las 12 variables influyentes en el rendimiento. Y además del factor tiempo, resulta crucial tener en consideración el factor espacio.
Pero el factor espacio no sólo influye en la variable MÉTODO. Algunas variables se ven afectadas por el factor tiempo, otras por los dos factores y otras por ninguno de ellos. En cualquier caso, resulta de gran utilidad conocer cuáles lo están en un sentido y cuáles en otro, para conocer el verdadero alcance de las estrategias que ponemos en marcha.
Por ejemplo, la necesaria concentración (elemento de la variable ENERGÍA) se ve muy condicionada por el entorno de trabajo (factor espacio) y por el hecho de reservar un hueco en la agenda (factor tiempo) ex-profeso para realizar determinada tarea.
Por el contrario, los elementos responsabilidad, resiliencia o autocrítica (variable VOLUNTAD) no guardan relación alguna ni con el factor espacio ni con el factor tiempo.
PARALELISMO
Podemos establecer un paralelismo entre ubicar en la agenda los compromisos que adquirimos y ubicar en nuestra despensa las cosas que compramos para consumir. Disponemos de un tiempo limitado y de un espacio acotado. Podremos despachar asuntos a determinado ritmo de igual modo que podremos ir consumiendo los víveres comprados a medida de nuestras necesidades. Tan malo sería pecar por exceso como por defecto. Debemos poner en marcha un ciclo de trabajo y de alimentación y establecer un nivel de entradas y salidas adecuado para que no se produzcan atascos ni desabastecimientos.
Y en cuanto al cumplimiento de plazos se refiere, la prioridad temporal de unos compromisos sobre otros en la agenda, también tiene su equivalencia espacial. De hecho, las personas que trabajan de reponedores en los supermercados colocan los productos con fecha de caducidad próxima en la parte exterior de los estantes. De igual modo, a la hora de organizar nuestra despensa y nuestro frigorífico debemos darle mayor visibilidad a los productos perecederos.
EJEMPLO
Pongámonos ahora en la situación de realizar una tarea doméstica cotidiana al azar. Podríamos pensar en tender la colada, en hacer las camas o en comer. Al final, en cualquiera de ellas existe una secuencia de tareas que se ejecutan como un ciclo en un espacio concreto en unos momentos estipulados.
Por ejemplo, sin salir de la cocina, todos sabemos que para comer ponemos en la mesa los cubiertos, la vajilla y las servilletas. Finalizada la comida, retiramos los restos al cubo de basura y dejamos todo para lavar en la pila o el lavaplatos. Una vez seco, se ordena de nuevo en el espacio que cada cosa tiene reservado. Queda todo listo para ser usado de nuevo unas horas más tarde.
Si nos saltáramos alguno de estos pasos, surgirían los problemas en el siguiente turno o tendríamos que hacerlo más tarde. Por lo tanto, todo obedece a una lógica que se sustenta en dos dimensiones relacionadas entre sí:
- espacial ⇒ disposición de elementos buscando la proximidad entre los afectados en cada fase del ciclo.
- temporal ⇒ secuencia de actos pautados que nos permitan un devenir nada abrupto de los acontecimientos.
Todo se hace de un modo eficiente, que tiene sentido y éste se ha ido configurando a base de:
- el conocimiento y la experiencia de los asistentes,
- utilizando la mínima energía necesaria,
- siguiendo una secuencia de actos inconsciente (método),
- con la anticipación y la proactividad suficientes (planes) para que todo fluya correctamente y así evitar problemas.
De ese modo, las personas involucradas en el proceso (equipo), disponiendo de los medios necesarios, comen, retiran y limpian, para dejarlo todo dispuesto con la intención de hacerlo de nuevo cuando quieran.
Sin quizás ser consciente, se sigue un ritual de comportamiento humano donde todo gira alrededor del binomio espacio-tiempo. Igual que ocurre a nivel doméstico ocurre a nivel profesional.
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