
Entre todos los métodos de productividad personal que existen, éste es el más popular.
Parte de la premisa de que el tiempo no se gestiona y de que sólo se pueden gestionar las actividades. De hecho, considera que la ausencia de determinación para fijar las “acciones siguientes” es la principal vía de agua de la productividad.
Considera que la capacidad de pensar, destreza clave del ser humano, está seriamente amenazada por:
- la dificultad creciente de mantener la concentración en un mundo lleno de distracciones,
- y el mal hábito de utilizar la mente como almacén de memoria para albergar un enorme y creciente caudal de información.
Esta sobrecarga genera agobio y estrés, lo cual nos impide gobernarnos en el día a día.