Así pues, es lógico entender que la capacidad de improvisación no está al alcance de todos. Está reservada a personas con un alto grado de preparación y profesionalidad en la materia. Basta situarnos mentalmente en un club de jazz. La música en directo con la que podemos deleitarnos, en muchos casos va a ser fruto de la improvisación. Pero no nace de la nada.
En primer lugar, el nivel de los profesionales que la ejecutan es muy alto. En segundo término, las técnicas que utilizan para improvisar se sujetan a patrones muy claros, previamente establecidos, que se repiten una y otra vez. Y por último, los ensayos previos necesarios para llegar a interiorizar los esquemas de escalas, arpegios, giros armónicos, riffs, etc… son infinitos.
Esta disciplina no es exclusiva del género musical. Existen verdaderos maestros del arte de la improvisación en el teatro, en la danza, en la poesía, en el mundo del rap, entre los profesionales de la oratoria, etc…
En cualquier caso, y a pesar de lo que pueda parecer, quienes disponen de capacidad de improvisación y se desenvuelven en su género con total libertad, no lo hacen como dice la RAE, sin estudio ni preparación: están respaldados por su gran maestría y una intensidad de entrenamiento muy alta.