Tómate el tiempo necesario para llegar a conclusiones, pero no alargues este proceso hasta el infinito y más allá. Si éstas no son definitivas, que sean preliminares, pero conviene marcarse un plazo razonable para marcarse unos objetivos. Una vez transcurrido éste, debemos pasar a la acción.
Por supuesto, es preferible partir con un rumbo fijo para poder pre-fijar la ruta y establecer las etapas. Pero aunque todos nuestros objetivos no estén perfectamente definidos podemos poner en marcha el plan de acción. Sobre la marcha, en sus primeros compases, iremos perfilando los detalles con las ideas que vayan surgiendo.
En el proceso de fijación de objetivos, debemos seguir el patrón SMART. Es decir, que las metas que nos marcamos sean específicas, medibles, asumibles, alcanzables, realistas y sujetas a plazos de tiempo razonables.