Primero estuvo la comunicación interpersonal de carácter verbal. Luego la escrita. Después, los mass-media (prensa, radio, TV,…) permitieron que alguien pudiera llegar a una gran audiencia al instante. Pero la verdadera revolución en el ámbito de la comunicación personal llegó de la mano del teléfono fijo.
Ahora, con la era digital, se produce el despliegue de toda una serie de medios fabulosos. La buena noticia es que se nos abre un mundo de posibilidades inmensas para hacer despegar nuestra productividad. La mala es que si las usamos mal, siguiendo como hacemos a nuestra intuición y los consejos bienintencionados de otros usuarios, en lugar de sumar podemos retroceder. Es conveniente, pues, pensar en el uso que hacemos de la tecnología y del grado de dependencia adictiva que nos genera. Como ocurre con nuestra relación con el fuego, podemos ser su amo o su esclavo: No hay término medio.
Por otra parte, calibremos la importancia de elegir el medio adecuado para cada tarea. No es culpa nuestra el que nadie nos haya formado. Pero sí que existe una cierta responsabilidad propia en no habernos detenido nunca a analizarlas con detenimiento. Por todo ello, vamos a intentar poner remedio a esto a través de un sencillo análisis espacio-tiempo.