En su versión negativa (DEBILIDAD) supone el no plantearse la necesidad de guardar equilibrios por considerar que nuestra personalidad es única y monolítica.
Para corregir esta debilidad cabe distinguir las facetas de nuestra vida sobre las cuales resulta necesario prestarles la adecuada atención (familiar, social, laboral, espiritual,…). A partir de ahí, asignar a cada una la ponderación que consideremos en función nuestro criterio. En este proceso, resulta muy recomendable asignarse topes:
- …por abajo: mínimos irrenunciables (para retos relacionados con la salud, física o espiritual)
- …por arriba: máximos infranqueables (para los que estén relacionados con los asuntos profesionales o financieros)

El elemento equilibrio tiene gran influencia en la productividad
En su versión positiva (FORTALEZA), representa el considerar que nuestro ‘yo’ es un prisma. Además, un prisma multifacético, y que debemos guardar los equilibrios necesarios para que no se descompense nuestra personalidad.
Para mantener esta fortaleza, se recomienda hacer un seguimiento periódico. Seguimiento consistente en revisar periódicamente las desviaciones con respecto a los pesos asignados a cada una de las facetas de nuestra vida. Por último, tomar medidas para corregir estas desviaciones si consideramos que es oportuno o cambiar el reparto de ponderaciones.