La diferenciación entre lo personal con lo profesional tiene una clara repercusión en el uso que se le puede dar a esta herramienta. Hoy en día, prácticamente todo el mundo lleva su móvil personal al trabajo. Al no existir una regulación específica, cada empresa establece sus normas respecto a los usos permitidos y los que no. Apuntamos la posibilidad de trasladar el uso de teléfono móvil personal a las pausas de café que tengamos preestablecidas durante la jornada laboral. Si utilizamos la técnica Pomodoro, las pausas que establece son ideales para este fin, de modo que se convierten en “pausas productivas“. Al final, el sentido común es lo que debe presidir el necesario equilibrio entre las partes.
Tal y como ocurre con el correo, somos nosotros los que elegimos cuándo realizar o atender una llamada, según convenga. Si la actividad que desarrollamos lo permite, aconsejamos establecer unas franjas horarias para llevar a cabo las gestiones telefónicas.
Que, a diferencia del correo electrónico, esta herramienta sea síncrona -tiempo real-, no significa que tengamos que ser sus esclavos y someter a ella nuestra programación de actividades diaria. Ningún cliente se pierde por no atender su llamada en el momento. Todo el mundo entiende que podemos estar ocupados en ese instante. En cambio, sí que se pierden clientes por no devolver llamadas perdidas. Además, cuando sea factible, es altamente recomendable enviar el mensaje “Luego te llamo” para gestionar adecuadamente las expectativas. Con lo cual, se puede ganar en control de agenda no contestando en el momento, siempre que se sea riguroso devolviendo llamadas en los huecos reservados.