En su versión negativa (DEBILIDAD) guardaría un cierto paralelismo con ir al supermercado hambriento y sediento, sin lista previa y con el dinero justito. A la hora de gestionar las actividades que debemos realizar con el tiempo disponible y la presión laboral, el problema viene a ser el mismo.
Para corregir esta debilidad se recomienda, con la antelación necesaria para evitar la urgencia (hambre / presión laboral), confeccionar una lista (de la compra / de actividades) y determinar de qué modo emplear (dinero / tiempo) para que no me deje nada importante por tachar de la lista. También, como es lógico, discriminar entre unas y otras en función de su importancia estratégica.

El elemento tareas clave tiene gran influencia en la productividad
En su versión positiva (FORTALEZA) supone diferenciarlas del resto de tareas en función de la contribución de cada una al logro de los objetivos marcados. También de su importancia estratégica para protegernos del riesgo reputacional de no llevarla a cabo. Así, de este modo, poder poner el foco y emplearnos en ellas la mayor parte del tiempo disponible sabiendo que algo tendré que dedicar al resto.
Para mantener esta fortaleza, se requiere llevar un registro de la actividad histórica realizada. Y ello para poder comprobar a posteriori hasta qué punto dedicamos nuestro tiempo a la ejecución de “tareas clave” (TC) y cuánto tiempo dedicamos a “tareas laborales” (TL), a tareas personales (TP) y a las de reserva (TR). Además, esto nos será útil para poder organizarnos la agenda con mayor dosis de realismo.