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IMPRECISIÓN SEMÁNTICA

En GTD® se dan algunas imprecisiones semánticas notables que no se deben pasar por alto. Si tenemos que destacar alguna, empezaremos por la más notable, la más básica, la que representa la denominación misma de aquello que analizamos ¿Estamos ante un método o ante una metodología? ¿Es lo mismo? ¿Cuál es la diferencia entre ambos términos?

MÉTODO vs. METODOLOGÍA

METERSE EN UN CHARCO SEMÁNTICO A CAMBIO DE NADA

David Allen podría haber utilizado un término más inocuo para presentar su propuesta y llamarla “sistema” o “proceso”, algo que fuera con todo. También podría haber optado por mantener un criterio único y definir siempre de la misma forma a GTD®. Así se hubiera evitado el revuelo de esta crítica por la confusión que genera la alternancia caprichosa en el uso de estos términos. Pero quizá las ganas de marcar distancias con los métodos de gestión del tiempo tradicionales pudieron más y quiso situarse un escaloncito por arriba bautizando a GTD® con el título de “metodología”. Probablemente, sabiendo que detrás no había más que un simple “método”

Ensayo crítico sobre GTD®

ESTO VA POR BARRIOS

Para ser justos, debemos distinguir entre unos y otros autores a la hora de formular esta crítica, pues unos son más merecedores de ella y otros menos. De más a menos peso específico como portavoces de GTD®, empezaremos por decir que, tanto David Allen como José Miguel Bolívar, parecen usar indistinta y aleatoriamente uno u otro término, tal y como si fueran sinónimos. Luego están Jerónimo Sánchez, que opta por usar el término “método” y Paz Garde (prologuista del libro de José Miguel Bolívar), que se decanta por el uso de la palabra “metodología” para referirse a GTD®.

Esto nos recuerda a esos exámenes tipo test en los que la misma pregunta -cuya respuesta te generaba muchas dudas- aparecía formulada de diferentes maneras en varias ocasiones. Podías mojarte y decantarte por una opción y de ese modo fallarlas todas o acertarlas todas. Pero también podías contestar la mitad en un sentido y la otra mitad en otro, de manera que te garantizabas un 50% de aciertos a costa de otro 50% de fallos.

Y es que, a veces, basta saltar de un párrafo al siguiente para contemplar con asombro el cambio de tercio. En el libro de José Miguel Bolívar “Productividad personal“, podemos leer:

“De las conclusiones de ambas líneas de investigación nació GTD®, una metodología completa de productividad personal”

Y luego, sin tiempo para pensar, arranca el siguiente párrafo con la frase:

“GTD® es un método y es también una filosofía.”

Productividad personal (Spanish Edition) (p. 8). Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle.

Si estuviésemos hablando de cualquier otro vocablo, se nos podría tachar de tiquismiquis y esta crítica a GTD® se ganaría el calificativo de excesiva, gratuita e innecesaria. Pero tratándose de la denominación misma del sistema que estamos analizando, sin duda tiene una importancia capital.

Pues bien, bajando al detalle de ponerle números a esta afirmación, diré que usando el buscador del lector de ebook se puede comprobar que:

  • En el libro “Organízate con eficacia“, David Allen usa 66 veces “metodología” y 93 “método”.
  • En “Productividad personal” de José Miguel Bolívar nos encontramos 38 veces escrito “metodología” y 42 “método”.
  • De las 38 alusiones al término “metodología”, 6 son atribuibles a Paz Garde, que no hace mención alguna al término “método” en su prólogo.
  • Por contra, en “Productividad personal en una semana“,  Jerónimo Sánchez usa en 13 ocasiones la palabra “método” y en ningún caso se habla de “metodología”.

MODELO VS. MÉTODO VS. METODOLOGÍA

Un “modelo” es la representación de los rasgos propios (estáticos) de una realidad compleja que se elabora para facilitar su comprensión y estudiar su comportamiento.

Un “método” es una secuencia pautada de pasos (dinámicos) que se repiten con la finalidad de lograr que funcione de la mejor manera posible el sistema para el que se ha diseñado.

El sufijo “–logía” tiene dos modos de interpretarse en la lengua castellana.

Por una parte, hace referencia a la ciencia que estudia lo que indica la raíz que le precede. Significa “estudio, tratado o ciencia” en palabras como:

  • Climatología: Ciencia que estudia los climas
  • Filología: Ciencia que estudia las lenguas
  • Mineralogía: Estudio de los minerales
  • Lexicología: Estudio del léxico
  • Antropología: Ciencia que estudia las comunidades humanas

Por otra, en el uso, también puede adquirir el sentido de conjunto de, presente en numerosos vocablos, como pueden ser:

  • Sintomatología: Conjunto de síntomas
  • Terminología: Conjunto de términos
  • Tecnología: Conjunto de técnicas

Cuando estos autores hacen uso del vocablo metodología para referirse a GTD®, no se concibe que puedan estar tomando la primera opción. No tendría sentido hablar de “ciencia que estudia los métodos”. En todo caso, se estaría tomando la segunda acepción del término a la que hacemos mención. Concretamente, al conjunto de métodos utilizados para alcanzar un determinado objetivo que comparten los mismos principios y la misma temática.

CONCLUSIÓN

Hacemos un uso correcto del vocablo “metodologías” cuando hablamos de metodologías ágiles para referirnos a los diferentes métodos existentes en la órbita de la gestión de proyectos en equipos de trabajo, tales como SCRUM, KANBAN, LEAN, EXTREM PROGRAMMING XP,…

Otro ejemplo de uso correcto del vocablo “metodologías” lo encontramos en las metodologías educativas para referirnos a los diferentes métodos existentes en la órbita de la enseñanza, tales como APRENDIZAJE BASADO EN PROYECTOS, APRENDIZAJE BASADO EN EL PENSAMIENTO, GAMIFICACIÓN, APRENDIZAJE COOPERATIVO,…

En ambos casos, cada método es como un hijo, con entidad suficiente y rasgos propios, que se diferencia del resto de sus hermanos en el contenido específico de su propuesta para cumplir con un objetivo común. Y, sin embargo, podemos considerar que se sitúa bajo el paraguas de una metodología madre que aborda una misma temática.

Hablar de GTD® como metodología es suponer que estamos ante un conjunto de métodos ¿De cuántos? Que yo sepa, nadie, en ningún momento, hace un recuento ni una mención explícita de los métodos que incluye GTD®. David Allen, con suma exquisitez y todo el acierto del mundo, habla de modelos para referirse a:

  • Modelo de planificación natural de proyectos
  • Modelo de los cuatro criterios para decidir qué hacer
  • Modelo tridimensional para evaluar el tipo de trabajo
  • Modelo de los seis niveles para revisar tu trabajo

Al margen de llamar método a GTD® en multitud de ocasiones a lo largo de sus obras, usan este mismo término para referirse a dos secuencias:

  • Las cinco fases del hábito productivo para alcanzar el control
  • El flujo de trabajo en las fases de procesar y organizar, cuyo diagrama se expondrá en el bloque B de este ensayo crítico.

Si se valen de estas dos secuencias como coartada para autodenominarse “metodología”, transmiten sensación de “quiero y no puedo”. Pero aún así, no dejarían resuelto el enigma, pues si realmente se considerara que estamos ante una “metodología” ¿cómo podríamos explicar que se refiriesen a ella como “método” en tantas ocasiones? Solo encuentro estas explicaciones posibles:

  • que los traicione el subconsciente y acaben diciendo, sin querer, lo que realmente saben que es;
  • que tomen por sinónimos los términos modelo y método, de modo que luego cuenten como que la metodología es un conjunto de modelos;
  • que confundan los términos método y metodología y se usen como iguales cosas distintas.

Pasar por encima de este desorden mirando para otro lado sería actuar con un grado de ligereza inasumible. Lo lógico es querer tener claro, conceptualmente, qué es lo que se nos está vendiendo, si un vehículo o una flota, si un chalet o un bloque de apartamentos, si un cursillo o un máster post-grado. Las palabras definen realidades y hay que usarlas con propiedad. Rebajar el nivel de exigencia a la hora de calificar lo que estudiamos, nos resta claridad en el análisis.

Además, es que esto no debería ir de escalafones. No tienes un premio ni eres mejor ni estás por encima de nadie si creas una metodología. Tampoco eres un don nadie si lo que has creado es un método. No pasa absolutamente nada si estamos hablando de un método y no de una metodología. Un método puede ser algo muy digno siempre y cuando nos aporte valor. Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y no hay que querer ser lo que no se es.

En rigor, solo Jerónimo Sánchez sale airoso de esta prueba porque hace un uso correcto del léxico. GTD® no es otra cosa que un método de gestión de actividades en el tiempo para alcanzar el objetivo de incrementar la productividad individual sin estrés. Por lo tanto, hablar de GTD® como una “metodología” es una imprecisión semántica en toda regla.

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