Las funciones del departamento de recursos humanos (RRHH) de las empresas han cambiado desde hace un par de décadas a esta parte. Han pasado, de ser meros órganos de control administrativo, a ser gestores del talento de las personas. Antes estaban para confeccionar los contratos de trabajo, las nóminas y los seguros de los empleados. También, para tramitar partes de baja y llevar un control de las horas extra. Por lo general, estas tareas están centralizadas o externalizadas, así que se ha liberado un montón de carga de trabajo. Ahora se dedican a detectar, captar, mantener y retener el talento que cada uno de los departamentos de la organización necesita según sus circunstancias.
Además, deben velar por el cumplimiento de las políticas de reclutamiento establecidas por la dirección. En esta tarea, deben estar completamente alineados con el plan estratégico de la empresa. Para prosperar en un panorama tan competitivo, han de procurar que todo el mundo comparta y asuma la cultura corporativa establecida. Gracias a los avances tecnológicos, disponen de nuevas herramientas evaluar el desempeño de los trabajadores.
En definitiva, de la mano de la dirección, se han convertido en el núcleo central del organigrama funcional. Han ido ganando peso y relevancia en el conjunto hasta situarse al nivel de otros departamentos fundamentales de la compañía tales como el comercial o el financiero. Nuestro pronóstico es que el área de RRHH tendrá cada vez más gran peso en la toma de decisiones de la empresa. Consideramos, pues, éste como un oficio de futuro. Los profesionales que adquieran la maestría para manejarse en él como pez en el agua tienen un porvenir halagüeño por delante.
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